Ley de Trabajo Ferroviario de 1926 y Ley Nacional de Relaciones Laborales de 1935
Debido a su estatus dentro de las organizaciones, los empleados requieren protección contra ser explotados. Específicamente, la oportunidad de tener sus derechos protegidos por el sindicato representa un requisito esencial en el entorno laboral. A su vez, se debe proporcionar a los empleadores la garantía de que los miembros del personal se abstengan de interrumpir el desempeño de la empresa. Desde que la Ley de Trabajo Ferroviario de 1926 y la Ley Nacional de Relaciones Laborales de 1935 abordaron específicamente la cuestión de la sindicalización y la protección del empleador, las regulaciones especificadas se volvieron monumentales para garantizar la seguridad de las partes involucradas.
A principios del siglo XX, los ferrocarriles representaban la principal infraestructura de transporte dentro de los Estados Unidos, lo que significaba que cualquier perturbación dentro de su funcionamiento detenía la mayoría de las interacciones económicas, políticas y socioculturales. Por lo tanto, la Ley de Trabajo Ferroviario de 1926, que regulaba las relaciones entre los empleados y los propietarios de ferrocarriles, introdujo un mínimo de certeza en el entorno especificado (Ley de Trabajo Ferroviario de 1926, 1926). Además, eliminando la premisa principal para el descontento entre los miembros del personal, la sindicalización ofrecida por la ley de 1926 contribuyó al aumento del flujo del comercio interestatal (Ley de Trabajo Ferroviario de 1926, 1926). Del mismo modo, la Ley Nacional de Relaciones Laborales de 1935 aseguró que los empleados cumplieran con los requisitos establecidos en el contrato (Ley Nacional de Relaciones Laborales de 1935, 1935). Por lo tanto, cuando se aplica en conjunto, las regulaciones en cuestión crearon un equilibrio de derechos y oportunidades dentro de las relaciones entre empleados y empleadores, lo que demostró la exactitud de estas leyes.
Al permitir que se cumplieran los derechos de empleados y empleadores, la Ley Nacional de Relaciones Laborales de 1935 y la Ley de Trabajo Ferroviario de 1926 contribuyeron a mejorar el entorno económico de los Estados Unidos. Por lo tanto, la premisa de ambas regulaciones debe considerarse correcta y legítima. Al servir para proteger los derechos de cada lado respectivo de las relaciones económicas, las regulaciones en cuestión hicieron posible que se estableciera justicia y transparencia en el contexto del entorno comercial de los Estados Unidos.