Crímenes genocidas: los mecanismos de resistencia

Introducción

A lo largo de la historia, los crímenes de Estado han cambiado y aumentado exponencialmente en todo el mundo. Como resultado, académicos y legisladores han desarrollado ciertos mecanismos de resistencia para oponerse y prevenir los crímenes de los poderosos en algunas de las áreas más violentas del mundo. Este documento tiene como objetivo presentar una estrategia escenificada para oponerse a los crímenes genocidas como parte del sistema de justicia transicional durante los períodos de cambios políticos y sociales. La estrategia aboga por tres mecanismos de resistencia implementados en el siguiente orden, desde una escala local hasta un enfoque más global: Sociedad Civil, Comisiones de la Verdad y la Corte Penal Internacional (Iniciativa Internacional contra la Delincuencia Estatal, s.f.). Los conceptos de resistencia, justicia transicional y genocidio serán definidos, analizados y discutidos desde un punto de vista académico. Los documentos y acuerdos internacionales esenciales se identificarán como parte de la iniciativa global para prevenir los crímenes de Estado. Finalmente, se dará la evaluación crítica de tres mecanismos de resistencia, así como sus fortalezas y debilidades, con el fin de sacar ciertas conclusiones sobre la efectividad de cada uno de estos enfoques.

Resistencia y justicia transicional

La resistencia y la justicia transicional son dos conceptos esenciales en la erudición criminal estatal. En relación con esta área de estudio, la resistencia se puede definir como una combinación de formas y estrategias que los individuos y miembros de varios grupos civiles pueden adoptar para oponerse, desafiar y prevenir los crímenes estatales. Las formas de resistencia pueden variar desde “pequeñas, silenciosas y personales hasta multitudinarias, espectaculares y trascendentales” (Stanley & McCulloch, 2012, p. 4). Las actividades consideradas como resistencia pueden ser “violentas o no violentas, pasivas o activas, ocultas o abiertas, verbales o físicas, espontáneas o estratégicas, locales o globales” (Stanley & McCulloch, 2012, p. 4). A su vez, la justicia transicional se define ampliamente como “los procesos judiciales y no judiciales diseñados para abordar violaciones de derechos humanos pasadas después de períodos de agitación política, represión estatal y conflicto armado” (Dancy et al., 2019, p. 1). La justicia transicional también implica una amplia gama de actividades y mecanismos, como comisiones de la verdad, reparaciones, enjuiciamientos, que crean una base para que las sociedades afectadas transformen sus sistemas políticos y resuelvan conflictos.

Los procesos de resistencia y justicia transicional son valiosos para todas las sociedades que tienen como objetivo lograr cambios políticos significativos. Como elemento esencial de la justicia transicional, la resistencia permite establecer una base para las reformas en el contexto de los problemas políticos y sociales en el estado. Ayuda a responsabilizar a las autoridades estatales por sus crímenes y a cambiar los sentimientos de inseguridad y desesperación entre la población. La importancia y el valor de la justicia transicional radica en el hecho de que promueve ideas que mejoran la calidad de vida de las personas después de grandes crisis y violaciones de los derechos humanos. Estas ideas incluyen la construcción de la paz, el compromiso cívico, la democracia, la justicia para todos y la reconciliación.

Aunque la resistencia había recibido una atención insuficiente de muchos teóricos del crimen estatal en el pasado, se ha convertido en un aspecto extremadamente importante de la erudición criminal estatal. Los teóricos están cada vez más interesados en definir los actos de resistencia, «explorar su impacto en la delincuencia estatal y reflexionar sobre lo que hace que la resistencia sea efectiva tanto a corto como a largo plazo» (Bruinsma & Weisburd, 2013, p. 783). Se puede argumentar que los criminólogos tienen la obligación de participar en las actividades que aumentan la conciencia pública sobre la aplicación de mecanismos de resistencia para prevenir y oponerse a los delitos estatales. Si bien han tenido éxito en documentar y exponer los crímenes estatales al público, la documentación y el análisis de las formas en que las personas pueden oponerse a estos crímenes necesitan atención adicional de los académicos.

Estudio de caso

Uno de los actos más graves y aterradores de terrorismo de Estado y crímenes contra la humanidad es el genocidio. Se define generalmente como «la destrucción intencional de un grupo nacional, étnico, racial o religioso específico», ejemplificado por los asesinatos en masa de los tutsis, miembros de la nación africana de Rwanda, en 1994 (Iniciativa Internacional contra la Delincuencia Estatal, n.d., párr. 1). El término en sí fue creado por el abogado polaco Raphael Lemkin en 1944 en respuesta a los esfuerzos de los nazis para erradicar las poblaciones judías en la década de 1940. El Dr. Lemkin fue una de las primeras figuras históricas que hicieron campaña para reconocer el genocidio como “un crimen bajo el derecho internacional” (Naciones Unidas, n.d., par. 2). Esto finalmente ocurrió en 1946, y en 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas «codificó el genocidio como un delito independiente en su Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (la Convención de Genocidio)» (Iniciativa de Delito estatal Internacional, n.d., par. 4). Además del Holocausto y el genocidio de Ruanda, algunos ejemplos de este crimen que ocurrieron a lo largo del siglo XX son el Holodomor, el genocidio camboyano y la masacre de Nanjing.

La Convención de Genocidio de las Naciones Unidas define varios actos que se deberían considerar como el genocidio. Además de matar a miembros de cierto grupo, estos actos incluyen “causarles daño físico o mental”, así como “imponer medidas destinadas a prevenir nacimientos dentro del grupo” (Naciones Unidas, n.d., párr. 6). En el artículo II de la Convención también se describen actos que entrañan «la imposición deliberada de daños a las condiciones de vida del grupo calculadas para destruir al grupo» y «la transferencia forzosa de niños del grupo a otro grupo» (Naciones Unidas, n.d., párr. 6). Numerosos ejemplos de casos de genocidio a lo largo de la historia han demostrado que varios tipos de estos actos a menudo se pueden encontrar en un caso.

Análisis crítico de la sociedad civil como mecanismo de resistencia

La sociedad civil es el tercer mecanismo que se puede aplicar para resistir los crímenes de Estado y los casos genocidas en particular. Las organizaciones de la sociedad civil pueden definirse como “una gama de agencias no estatales que son capaces de resistir o desafiar las prácticas ilegítimas de cualquier tipo de estado” (Green & Ward, 2012, p. 34). Las sociedades civiles a menudo se asocian con los representantes del Estado para lograr sus objetivos. La sociedad civil desempeña un papel importante tanto en los estados pacíficos como en los frágiles, asolados por conflictos, debido a varias fortalezas. En primer lugar, actúa como “un medio de ‘regulación alternativa’, lo que significa que proporciona un sistema de apoyo en los estados que “no se puede confiar en que se regulen a sí mismos de acuerdo con las normas internacionales” (Green y Ward, 2012, p. 38). En segundo lugar, las organizaciones de la sociedad civil a menudo tienen una amplia competencia y “ofrecen una fuerza auténtica para la resistencia y el cambio” (Green y Ward, 2012, p. 28). Sin embargo, este mecanismo tiene una debilidad significativa; las organizaciones de la sociedad civil pueden tener diferentes tipos de individuos entre sus miembros, lo que plantea ciertos riesgos. Por ejemplo, algunos de estos miembros pueden tener intenciones criminales subyacentes o expresadas abiertamente.

A pesar de que hay una gran cantidad de investigaciones que estudian a las sociedades civiles, se puede argumentar que su impacto en la prevención de crímenes genocidas sigue siendo controvertido. Según Chenoweth y Perkoski, “una sociedad civil relativamente participativa y autónoma se correlaciona con períodos más cortos de asesinatos en masa” (p. 1). Al mismo tiempo, su estudio ha demostrado que en algunos casos, “las sociedades civiles activas se asociaron con mayores tasas de letalidad, particularmente cuando la sociedad tiene altos niveles de desigualdad” (Chenoweth & Perkoski, 2019, p. 1). Por lo tanto, se requiere más investigación para considerar los factores que contribuyen a estos diferentes resultados.

Análisis crítico de las comisiones de la verdad como mecanismo de resistencia

El establecimiento de organismos oficiales específicos, o comisiones de la verdad, es una de las formas de resistencia a los crímenes de Estado. Por lo general, se crean “en las transiciones a la democracia y, a menudo, proporcionan los documentos más autorizados sobre la delincuencia estatal” (Stanley, 2005, p. 582). Las comisiones de la verdad tienen varios aspectos u objetivos; el primero es investigar los hechos que son disputados o negados por las partes responsables, así como establecer las causas y consecuencias del crimen (Centro Internacional para la Justicia Transicional, n.d., párr. 4). El segundo objetivo es empoderar a las víctimas del crimen, proporcionándoles reconocimiento y apoyo, mientras que el tercer objetivo es informar a los responsables políticos y fomentar un cambio positivo en las comunidades afectadas.

Una de las principales fortalezas de este enfoque es el hecho de que permite revelar las actividades delictivas de las autoridades estatales, exponiendo “la complejidad y el alcance de la criminalidad durante las represiones” (Stanley, 2005, p. 583). Además, las comisiones de la verdad brindan a los Estados la oportunidad de proporcionar sistemas de apoyo a los grupos y minorías que “fueron víctimas del régimen anterior” (Stanley, 2005, pág. 583). A su vez, una de las principales debilidades de este mecanismo es el hecho de que las comisiones de la verdad no siempre tienen el poder de introducir los cambios positivos necesarios para las poblaciones afectadas por el crimen. La medida en que pueden alcanzar sus objetivos depende en gran medida de la voluntad y la cooperación de los gobiernos de transición.

Además, es importante señalar que las comisiones de la verdad a menudo se forman durante el tiempo en que el equilibrio de poder sigue siendo favorable para el régimen anterior. Como resultado, el “enjuiciamiento penal de los delincuentes parece poco probable”, y continúan “manteniendo cierta superioridad política, económica y social” (Stanley, 2005, p. 587). Esto puede ser ejemplificado por el genocidio guatemalteco y la Comisión de Esclarecimiento Histórico de Guatemala de 1995, creada en 1994 como “parte del proceso de paz entre el gobierno y los rebeldes de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG)” (Universidad de Yale, s.d., par. 3). El informe de la Comisión sobre el genocidio maya había sido ignorado por el gobierno durante muchos años, principalmente debido al hecho de que algunos representantes del régimen anterior todavía ejercían una cierta cantidad de poder. Como resultado, las personas que el informe de la Comisión identificó como responsables de los crímenes no fueron consideradas responsables durante varios años.

Análisis crítico de la Corte Penal Internacional como mecanismo de resistencia

El segundo mecanismo de resistencia importante que se utiliza para investigar los casos de genocidio es la Corte Penal Internacional (CPI). Es “el único órgano judicial internacional permanente que juzga a individuos por genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra” (Coalición para la CPI, s.f.). El tribunal es “completamente independiente habiendo sido establecido por el tratado internacional, el Estatuto de Roma” (Coalición para la CPI, s.f.). Los principales objetivos de la Corte son restaurar la justicia internacional, responsabilizar a las partes responsables y poner fin a la impunidad.

Uno de los puntos fuertes de la CPI es el hecho de que proporciona a la comunidad internacional un estado de derecho permanente y universal que está por encima de la soberanía del Estado. Además, se define como una institución justa e imparcial con presupuestos significativos, lo que le permite obtener y proporcionar su experiencia internacional de manera eficiente y a un gran número de comunidades en todo el mundo (Tsilonis, 2019). Sin embargo, hay algunas debilidades importantes de la CPI como mecanismo de resistencia, una de ellas es el hecho de que “muchos países están actualmente fuera del sistema de la corte, incluidos China, Estados Unidos y Rusia” (Coalición para la CPI, n.d., par. 5). Además, según el sitio web oficial de la CPI, sólo puede enjuiciar delitos que “fuesen cometidos por un Estado Parte nacional, o en el territorio de un Estado Parte, o en un Estado que haya aceptado la jurisdicción de la Corte” (Corte Penal Internacional, s.f.). Cabe señalar que la Corte trabaja en combinación con los sistemas penales nacionales, y no los reemplaza completamente durante las investigaciones.

Se puede afirmar que la contribución de la CPI a la erradicación del genocidio y otros crímenes de Estado es condicional. Hay ciertos casos históricos en los que las intervenciones del tribunal permitieron implementar cambios positivos significativos, como Uganda, Kenia y Costa de Marfil. Sin embargo, en algunos casos, como Sudán de Libia, estas intervenciones tuvieron poco efecto. Para convertirse en un mecanismo más eficiente para mitigar las consecuencias devastadoras de los crímenes de Estado, la CPI aún necesita obtener el apoyo de algunas naciones importantes, como Estados Unidos, China y Japón.

Conclusión

Este documento ha analizado tres mecanismos de resistencia en relación a su efectividad para oponerse a crímenes genocidas y asesinatos en masa. Se puede concluir que la sociedad civil, las comisiones de la verdad y la Corte Penal Internacional son enfoques válidos para el problema que tienen una serie de fortalezas y debilidades. Teniendo en cuenta los efectos positivos y negativos de estos métodos, se puede argumentar que la sociedad civil es el mecanismo de resistencia menos efectivo para oponerse a los crímenes genocidas, mientras que la CPI es la más efectiva. Sin embargo, todavía faltan datos sobre los factores exactos que contribuyen a los resultados positivos o negativos de estas intervenciones. Por lo tanto, se puede recomendar más investigación para centrarse en estos aspectos.

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Reference

LawBirdie. (2024, April 14). Crímenes genocidas: los mecanismos de resistencia. https://lawbirdie.com/es/crimenes-genocidas-los-mecanismos-de-resistencia/

Work Cited

"Crímenes genocidas: los mecanismos de resistencia." LawBirdie, 14 Apr. 2024, lawbirdie.com/es/crimenes-genocidas-los-mecanismos-de-resistencia/.

References

LawBirdie. (2024) 'Crímenes genocidas: los mecanismos de resistencia'. 14 April.

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1. LawBirdie. "Crímenes genocidas: los mecanismos de resistencia." April 14, 2024. https://lawbirdie.com/es/crimenes-genocidas-los-mecanismos-de-resistencia/.


Bibliography


LawBirdie. "Crímenes genocidas: los mecanismos de resistencia." April 14, 2024. https://lawbirdie.com/es/crimenes-genocidas-los-mecanismos-de-resistencia/.