Programas orientados a la comunidad por departamentos de policía
La policía orientada a la comunidad es la asociación de las fuerzas del orden y las comunidades en la identificación y resolución de problemas sociales. Inicialmente tenía la intención de minimizar el crimen y el miedo al crimen al emplear al mismo oficial en la misma localidad durante un tiempo prolongado (Carter & Fox, 2019). Se pensó que para que la policía sea efectiva, un oficial de policía debería cultivar buenas conexiones con los miembros de la comunidad a los que sirven. Las relaciones interpersonales entre el público y los agentes de policía fomentan la confianza entre los dos grupos, lo que puede ser ventajoso para el control de la delincuencia. La policía orientada a la comunidad busca reducir el crimen a través de la colaboración con la población (Carter & Fox, 2019). Como resultado, para que este programa tenga éxito, la policía debe ser instruida en la formación de vínculos profundos con las personas en las áreas que planean servir.
Academia de Policía Ciudadana con sus pros y contras
Citizen Police Academy es una de las numerosas iniciativas de aplicación de la ley orientadas a la comunidad disponibles en los Estados Unidos. Su propósito es educar a la comunidad sobre los departamentos de policía, prevenir el crimen y la seguridad de la comunidad, y alentar al público a apoyar a la policía. Este programa es beneficioso porque ayuda a las personas a conocer, reconocer y respetar a los agentes de la ley que los protegen. El departamento también permite que la policía y el público colaboren para prevenir el crimen. La idea permitiría a las personas decir más sobre la calidad de vida en su vecindario (Carter & Fox, 2019). A cambio, los policías entenderían mejor a los habitantes, fomentando la confianza entre los dos grupos y disminuyendo la desconfianza de la comunidad hacia la policía. Los residentes que se vuelven más activos en el cuidado comunitario reconocen el papel esencial que desempeñan los agentes del orden público en la protección del público.
Sin embargo, una desventaja de este enfoque es que solo se puede implementar a través de la participación de la comunidad. Esto implica que la confianza y el compromiso del público; sin embargo, este no es el caso. El personal policial y las personas de la comunidad no necesariamente comparten los mismos valores. Como resultado, ambos socios deben comprometerse a largo plazo para tener éxito. Otro desafío es asegurar que las personas correctas estén involucradas en el proceso. Estas personas solo están interesadas en el progreso de la comunidad y no en utilizar el programa para beneficio personal.
Además, si bien la policía del vecindario puede ayudar a que la aplicación sea más exitosa, también puede resultar en que una persona abuse de su policía local. No todos los habitantes de la ciudad pueden ser cívicos. Esto se debe a que algunas personas participan en este proyecto con motivos equivocados, como el enriquecimiento egoísta y el uso inapropiado de la ley para socavar a otros (Carter & Fox, 2019). Además, la policía comunitaria puede llevar a la desviación, donde los delitos que se pueden manejar sin la intervención de la policía se convierten en rutina, lo que hace que las autoridades recluten más empleados para el programa.
Academia de Servicio de Policía y Adolescentes (TAPS) con sus Pros y Contras
La Academia de Servicio de Policía y Adolescentes sería otra iniciativa policial orientada a la comunidad (TAPS). Este es un programa de 15 semanas creado para niños y adolescentes que tienden a hacer juicios pobres Carter & Fox, 2019). Los participantes en la iniciativa son voluntarios mentores oficiales que deben someterse a seis horas de instrucción en psicología, manejo de conflictos, justicia juvenil y desarrollo infantil. El objetivo es preparar a los mentores de la policía para los rigores de trabajar uno a uno con los jóvenes en riesgo. TAPS pone a estos niños y asesores policiales en igualdad de condiciones para intercambiar conocimientos y pensamientos entre sí, para cerrar la brecha social entre los dos grupos (Carter & Fox, 2019). Esto se logra conociendo, conectándose y conectándose con adolescentes en riesgo y agencias policiales que sirven a sus comunidades. A través de este entrenamiento, los dos grupos aprenden mucho el uno del otro y sus dificultades diarias.
TAPs es un programa efectivo que permite una colaboración policial-comunitaria para salvaguardar a los adolescentes en riesgo y mantenerlos involucrados en actividades delictivas. Esto puede ser ventajoso para el bienestar general de un adolescente porque muchos problemas con los jóvenes emergen del interior de sus hogares y familias. Tener un mentor con quien hablar que no esté conectado puede ayudar con la adherencia y puede ser vital para mantenerlos en el buen camino. El programa TAP ilustra una estrategia que aborda las necesidades de las personas en riesgo de conducta violenta, incluida la intervención temprana, el apoyo y el compromiso, la atención personalizada y el logro educativo.
Este programa puede alentar a estas personas simplemente eliminando la conducta dañina y motivándolas ayudándoles a descubrir y mejorar sus talentos. El hecho de que esta iniciativa esté reformando el esquema de justicia juvenil para mantener a la generación más joven fuera de la cárcel de adultos la hace tan exitosa. Detecta niños de alto riesgo a una edad temprana, les brinda suficiente atención y colabora con sus familias. Esta iniciativa ayuda a mejorar las asociaciones entre la comunidad y la policía. Un programa como este es esencial para el crecimiento porque les da a los jóvenes un sentido de pertenencia. También permite que los niños formen relaciones de apoyo con varios adultos y compañeros (Mangan et al., 2017). El proyecto también brinda a los estudiantes la oportunidad de perfeccionar las habilidades prácticas y sociales esenciales para un desarrollo adolescente saludable.
Sin embargo, la desventaja de este esquema de tutoría es que los asesores pueden sobreproteger a estos jóvenes, reduciendo el costo de la criminalidad y otros comportamientos peligrosos. Esto, a su vez, puede tener un impacto perjudicial en los vínculos entre los jóvenes y la familia, lo que socava los vínculos sociales vitales. Además, agrupar a los adolescentes de alto riesgo los expone a presiones negativas de los compañeros vinculadas al aumento del uso indebido de drogas, la criminalidad y la violencia. Finalmente, la terapia puede tener beneficios favorables menores que se desvanecerán rápidamente.