El autor se centra principalmente en varios fenómenos culturales asociados con la historia y los elementos folclóricos en su análisis. Al mismo tiempo, destaca los aspectos del misticismo que han estado presentes en la sociedad desde la antigedad. En este contexto, Hickey analiza los conceptos de varios monstruos, analizando a estos personajes ficticios como prototipos de criminales reales. El análisis del autor presenta ejemplos de personas que se comportaron como bestias míticas cometiendo sus crímenes. Rastreando tales patrones desde la antigedad hasta el presente, Hickey llama la atención del lector sobre el tema del mal, expresado en monstruos y varios cultos místicos. Después de leer este capítulo, se puede concluir que desde el punto de vista del autor, es este tema, contenido en múltiples elementos culturales, el que contribuye a la aparición de varios asesinos (Hickey, 2015). En todo momento, ha habido personas que tienden a las creencias místicas y justifican sus inclinaciones con ellas.
Desde mi punto de vista, hay un cierto porcentaje de veracidad en esta teoría, ya que los casos que vinculan a los asesinos con el misticismo se observan en la historia. Una debilidad significativa de este análisis es la falta de una tesis convincente que vincule toda la narrativa. El texto presentado en este capítulo es más similar al razonamiento sobre este tema, ya que no identifica directamente ningún patrón y no deriva un algoritmo preciso para la evolución psicológica de los asesinos. Hickey considera muchos ejemplos que sugieren que la presencia de elementos malignos en la cultura contribuye en cierta medida a la formación de criminales. Sin embargo, todos los casos evaluados son altamente individuales, y sus sujetos no están conectados por nada más que un tema común de misticismo. Por lo tanto, este análisis proporciona varias perspectivas interesantes que se pueden utilizar para comprender mejor los motivos de las personas. Sin embargo, debe entenderse que la mera presencia de ciertas corrientes en la cultura y la existencia de un concepto del mal no puede justificar la formación de todos los asesinos en serie. En este caso, se necesita un enfoque más completo y detallado, analizando las características del individuo.