Delincuencia juvenil y distribución de drogas
Introducción
La delincuencia juvenil es uno de los problemas más graves de la sociedad moderna. Es peligroso debido no solo a comportamientos dañinos potenciales y riesgos de vida, sino también porque impide la seguridad general, arruina a las familias y da lugar a otras prácticas delictivas relacionadas. Además, la evolución de los mercados de drogas ilícitas contribuye a una mayor participación de los jóvenes en la distribución de drogas. Además, las prácticas de tráfico de drogas suelen basarse en la participación de jóvenes de familias problemáticas, lo que hace hincapié en la importancia de considerar el entorno social y económico para prevenir la delincuencia juvenil y la distribución de drogas. En este sentido, es urgente revisar las prácticas y políticas que abordan el problema de la participación de los jóvenes en la distribución de drogas.
Antecedentes
La delincuencia juvenil es un problema que comprende una serie de factores. Saladino et al. sugieren que los adolescentes son más propensos a participar en conductas de riesgo no sólo debido a los cambios cognitivos y biológicos, sino también debido a las familias problemáticas y las relaciones difíciles con los padres. Además, el contexto socioeconómico también juega un papel importante. Por ejemplo, Hammerton et al. encontró que el riesgo de comportamientos adversos en los niños de países de bajos ingresos es mayor que en los de ingresos medios. A este respecto, cabe suponer que esa tendencia puede persistir en las comunidades de bajos ingresos de los países desarrollados. El resumen realizado por Higginson et al. representa una variedad de grupos de factores, incluidos grupos individuales, de pares, familiares, escolares y comunitarios, que influyen en la probabilidad de pertenencia a pandillas. La mayoría de las condiciones previas a los comportamientos ilegales están relacionadas con el entorno social y económico.
Los mercados ilícitos de drogas se desarrollan constantemente, lo que abre nuevas vías para generar ingresos para los jóvenes que estudian en diversas instituciones educativas y tienen oportunidades de trabajo limitadas. El concepto de líneas de condado se refiere a redes de distribución rápida de drogas en todo un país, particularmente en el Reino Unido (Holligan et al., 2020; Robinson et al., 2019; Andell y Pitts, 2019; Moyle, 2019). Para organizar la distribución efectiva, los operarios reclutan individuos vulnerables, ofreciéndoles ganancias y un sentido de reconocimiento social (Holligan et al., 2020; Robinson et al., 2019; Andell y Pitts, 2019; Moyle, 2019). Al analizar la participación de los jóvenes en la distribución de drogas, Irwin-Rogers descubrió que se habían impuesto más de 54,217 sentencias a jóvenes menores de 25 años por posesión y distribución de drogas en la última década. Tal número de oraciones sugiere que las redes de distribución de drogas son extremadamente amplias, lo que las hace difíciles de rastrear.
Los jóvenes consumidores de drogas tienen múltiples fuentes de suministro de sustancias ilícitas. Bennett y Holloway investigaron que los estudiantes generalmente compran marihuana a través de amigos de la universidad (65%) y amigos en casa (55%) en los Estados Unidos. En Inglaterra y Gales, las fuentes comunes son las farmacias, extraños, familiares, distribuidores e Internet (Bennett y Holloway, 2019). Además, también es posible usar una combinación de fuentes de suministro de medicamentos (Bennett y Holloway, 2019). Los hallazgos anteriores sugieren que la prevención de la distribución de drogas en los jóvenes puede enfrentar numerosos problemas.
Desafíos
Desafíos en la lucha contra la delincuencia juvenil
Prevenir o combatir la delincuencia juvenil requiere grandes esfuerzos en diferentes niveles. Benbow dice que las iniciativas relacionadas con la retención de jóvenes de 16-17 años en rdenes de Supervisión Obligatoria (OSC) se enfrentaron a barreras particulares en Escocia. Primero, retener a los jóvenes de esta edad en el Sistema de Audiencias para Niños (CHS) debe considerarse apropiado y razonable (Benbow, 2019). Además, la legislación internacional considera a las personas menores de 18 años como niños que requieren el tratamiento pertinente, y estructuras como la CHS pueden tener un impacto perjudicial en los jóvenes (Benbow, 2019). El problema se agrava más cuando se trata de retener a los jóvenes bajo supervisión en la práctica porque esta categoría social tiene diversas necesidades, lo que requiere que los empleados de los sistemas judiciales trabajen más allá de sus responsabilidades (Benbow, 2019). Como se puede ver, el sistema de justicia juvenil contiene una serie de barreras en el camino para mejorar la situación.
El problema de la pertenencia a pandillas en relación con la distribución de drogas también plantea dificultades significativas. Una pandilla a menudo se convierte en una “familia” para los jóvenes con vínculos escolares y relaciones sociales pobres porque ofrece amistad, el desarrollo de la identidad y la autoestima, así como la protección y el vínculo emocional (Wood, 2019). Además, es inherente que las pandillas tengan reglas y normas específicas que simplifiquen la interacción social entre los miembros, impidiendo así las relaciones con compañeros prosociales y no criminales y promoviendo actitudes pro-violencia (Wood, 2019). En vista de esto, los pandilleros muestran una tendencia a tener los síntomas de TEPT y depresión inducidos por el perpetrador, lo que influye negativamente en su capacidad para participar en programas de intervención anticriminales (Wood, 2019). Es posible asumir que los desafíos también ocurren a nivel individual.
Desafíos en la lucha contra la distribución de drogas
El tráfico de drogas también debe abordarse en varios niveles, ya que este problema es a gran escala y precede a la participación de los jóvenes en la delincuencia. Es necesario entender que las redes de distribución de drogas pueden extenderse mucho más allá de las fronteras nacionales de un país. En vista de esto, las drogas a menudo se suministran como bienes de contrabando. Luong describe el establecimiento de las Oficinas de Enlace Fronterizo (OBL) compuestas por personal capacitado, como guardias fronterizos y oficiales de aduanas, como una opción supuestamente efectiva para coordinar acciones conjuntas para prevenir la importación de drogas. En realidad, las OBL a menudo tienen medios materiales limitados e insuficiencia de profesionales en este campo, lo que impide la cooperación transfronteriza (Luong, 2019). Además, con la falta de personal capacitado, aumenta el riesgo de soborno y la colaboración de los oficiales con los delincuentes.
Además, existen muchas barreras a nivel nacional que no permiten abordar de manera eficiente la distribución de drogas. Silva y Pereira discuten el concepto de titulización que abarca tres pasos, a saber, la identificación de una amenaza potencial, la legalización de la suspensión temporal de las regulaciones existentes y la implementación de acciones de emergencia. En el contexto de la lucha contra el tráfico de drogas, este proceso a menudo encuentra obstáculos. En primer lugar, puede no existir legislación específica y exclusiva, o está en fase de mejora (Silva y Pereira, 2019). En segundo lugar, los enfoques de la intervención gubernamental se desarrollan y pueden revisarse muchas veces (Silva y Pereira, 2019). Esto significa que la titulización puede ser un proceso excesivamente lento que complica la implementación de medidas efectivas.
No existe un método universal para detener el tráfico de drogas porque muchos factores afectan la efectividad de políticas específicas. Khamidov sugiere que se debe llamar la atención sobre la confrontación con los distribuidores de medicamentos. Sin embargo, teniendo en cuenta los diferentes modos de castigo, incluida la condena a largo plazo y la pena de muerte, en una serie de países, se puede suponer que estos métodos no son adecuados para los delincuentes jóvenes, ya que pueden tener consecuencias drásticas. Por el contrario, la legalización de las drogas no es una garantía contra los delitos de drogas entre los jóvenes. Las experiencias de diferentes estados muestran que tal acción puede conducir a una adicción generalizada a las drogas, como sucedió en China, Suecia y España (Khamidov, 2018). Por otra parte, el levantamiento de la prohibición de la venta de determinados medicamentos también puede conducir a un aumento en la escala de los mercados negros.
Combatir la participación de los jóvenes en
Distribución de drogas
Por un lado, las barreras para enfrentar el compromiso de los jóvenes en la distribución de drogas son extremadamente complicadas, y cualquier esfuerzo parece desesperado. Por otro lado, existen enfoques que pueden minimizar las tasas de participación de los jóvenes. En 2018, el gobierno del Reino Unido lanzó un programa de salud pública destinado a abordar la violencia juvenil, similar a la Unidad Escocesa de Reducción de la Violencia (Wood, 2019). La iniciativa se basa en dos principios, a saber, involucrar a varios profesionales (trabajadores de la salud, policías y trabajadores sociales) para proporcionar educación y apoyo y dirigirse a poblaciones jóvenes enteras en lugar de centrarse en grupos de alto riesgo (Wood, 2019). Por lo tanto, la difusión del conocimiento puede ayudar a reducir la escala de la participación de los jóvenes en los delitos relacionados con las drogas, aunque no puede resolver completamente el problema.
Además, es necesario abordar el problema de la prevención de las consecuencias adversas cuando los jóvenes ya asumen la responsabilidad de la distribución de drogas. El sistema de detección previa a la remisión (PRS) es la opción que puede prevenir las consecuencias no deseadas de exponer a los jóvenes a intervenciones formales (Benbow, 2019). Una de las principales ventajas del sistema es el trato proporcional e informal con los delitos juveniles, lo que permite evitar intervenciones formales (Benbow, 2019). Además, el proceso PRS tiene mecanismos más eficientes para trabajar en delitos de baja tarifa cometidos por jóvenes (Benbow, 2019). Además de prevenir el papeleo excesivo para los reporteros y trabajadores sociales de los niños, el sistema PRS hace que las remisiones de ofensas a las autoridades más altas sean más apropiadas en términos de nuevas audiencias juveniles (Benbow, 2019). Por lo tanto, los métodos legislativos y los sistemas de justicia deben modificarse para garantizar un enfoque complejo para abordar el problema.
Repensar los enfoques para combatir el tráfico de drogas y seguir la delincuencia juvenil puede proporcionar aspectos destacados en el desarrollo de nuevos métodos. Las decisiones de criminalizar comportamientos particulares influyen en la implementación de políticas, particularmente en los sistemas de vivienda y transporte, que a su vez conducen al desarrollo de carreras ofensivas (Farrall et al., 2020). Por ejemplo, la población negra en los Estados Unidos sufrió inestabilidad residencial y dificultades familiares debido a decisiones y políticas específicas (Farrall et al., 2020). La desaceleración económica en la década de 1970 llevó a una reducción de los empleos manufactureros que no requerían altos niveles de educación (Farrall et al., 2020). En este contexto, las personas tienden a encontrar formas de sobrevivir y, por lo tanto, optan por fuentes ilegales de ingresos. Por lo tanto, el desarrollo de políticas antidrogas requiere la evaluación de los contextos sociales y económicos de un estado.
Conclusión
Finalmente, la participación de los jóvenes en la distribución de drogas sigue siendo uno de los problemas más complicados en el sistema de justicia porque está relacionado con aspectos sociales, políticos, psicológicos y otros. Los jóvenes, especialmente aquellos con malas relaciones sociales, corren el mayor riesgo de convertirse en miembros de pandillas, lo que agrava el problema. Además, los mecanismos de lucha contra el tráfico de drogas se desarrollan e implementan constantemente, aunque todavía tienen una serie de limitaciones. Sin embargo, existe la opción de introducir intervenciones de salud pública que difundan el conocimiento entre los jóvenes, mitigando así los riesgos de la participación de los jóvenes en las prácticas delictivas. Dado que los enfoques formales del sistema de justicia pueden tener consecuencias adversas en los jóvenes, se puede recomendar el sistema de detección previa a la remisión. Además, es necesario considerar los cambios sociales y económicos a nivel nacional para prevenir el desarrollo de conductas delictivas.