Delincuencia juvenil, tratamiento e intervención
Introducción
Es importante señalar que la delincuencia juvenil es una parte importante de la criminología, donde la ley es violada por personas menores de edad. Dado que los agentes no se consideran adultos, el problema se vuelve complejo e intrincado, donde los sistemas de justicia estándar podrían no aplicarse o aplicarse de manera diferencial. Sin embargo, si la delincuencia juvenil se ve a través de la lente de un fenómeno social, se puede aplicar una amplia gama de tratamientos e intervenciones. Las modalidades de tratamiento efectivas incluyen TCC, IM y MST para elementos de salud mental, y las medidas de intervención involucran educación, empleo, lenguaje y programas de comunicación.
Delincuencia juvenil
Con el fin de abordar de manera adecuada y eficaz el problema de la delincuencia juvenil, uno debe ser capaz de definirlo. Se afirma que “un ‘juvenil’ es una persona que no ha cumplido los dieciocho años” (Departamento de Justicia de los Estados Unidos, 2020, párr. 1). Además, “‘delincuencia juvenil’ es la violación de una ley de los Estados Unidos cometida por una persona antes de su decimoctavo cumpleaños que habría sido un delito si hubiera sido cometido por un adulto” (Departamento de Justicia de los Estados Unidos, 2020, párr. 1). Por lo tanto, el acto de violación y la edad de una persona determinan si un delito pertenece o no a una categoría de delincuencia juvenil. Cabe señalar que “una persona mayor de dieciocho años pero menor de veintiún años también recibe tratamiento juvenil si el acto de delincuencia juvenil ocurrió antes de cumplir los dieciocho años” (Departamento de Justicia de los Estados Unidos, 2020, párr. 1). En otras palabras, la delincuencia juvenil pasada todavía se puede determinar como tal si un individuo está dentro de un rango de edad específico.
Medidas básicas
Cuando se trata de delincuencia juvenil, hay una serie de enfoques divergentes, que varían en su eficacia, estrategias y objetivos. Un sistema de justicia generalmente opera dentro de tres modos o consideraciones distintas, que incluyen rehabilitación, disuasión y retribución o castigo (Young, Greer, & Church, 2017). Se informa que “en el caso de los delincuentes juveniles, a menudo se asigna el mayor peso al principio de rehabilitación” (Departamento de Justicia de los Estados Unidos, 2020, p. 22). Por lo tanto, el método principal para tratar el problema es una medida basada en la rehabilitación. Aunque las estrategias preventivas juegan un papel crítico en la minimización de la tasa de ocurrencia, las medidas punitivas tienden a ser menos efectivas. La razón principal es que los jóvenes no siempre son conscientes de las posibles consecuencias de sus acciones debido a su falta de educación e inexperiencia. Por lo tanto, la modalidad básica de acción y tratamiento gira en torno a disuadir a los menores de violar la ley. Sin embargo, si se produce una violación, entonces la rehabilitación se prescribe con mayor frecuencia, ya que dicha persona necesita someterse al procedimiento correccional para volver a entrar correctamente en la sociedad como un miembro funcional y valioso.
Causas
Aunque está claro que hay ciertas formas de enfoques aplicados a los delincuentes juveniles, no se puede identificar un tratamiento eficaz sin señalar las causas principales. Se afirma que la delincuencia juvenil es causada principalmente por la cultura de pandillas juveniles, la participación en el crimen y la salud mental (Young et al., 2017). Los hallazgos sugieren que “una de las características de la urbanización en todo el mundo ha sido el aumento de pandillas juveniles, grupos de jóvenes a menudo definidos por área geográfica, identidad étnica o ideología” (Young et al., 2017, p. 23). En otras palabras, existe un elemento sociocultural específico asociado a la pertenencia a pandillas entre los jóvenes, donde tal patrón de agrupación facilita la delincuencia entre las personas más jóvenes. Además, un estudio también encontró que “la participación de pandillas parece figurar en una gran proporción de delitos juveniles” (Young et al., 2017, p. 23). También hay evidencia de que “la membresía de pandillas tiene un efecto facilitador en la perpetración de la violencia más grave, incluido el homicidio” (Young et al., 2017, p. 23). Por lo tanto, la cultura de pandillas junto con la participación en el crimen es el resultado de la membresía de pandillas juveniles.
Además, la salud mental también contribuye significativamente a la delincuencia juvenil. Se informa que la mayoría de los problemas de salud mental incluyen “trastorno de conducta / trastorno de personalidad antisocial, trastorno de estrés postraumático (TEPT), trastornos de ansiedad y trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)” (Young et al., 2017, p. 23). Es importante tener en cuenta que los miembros de pandillas juveniles y los delincuentes tienden a tener una alta tasa de estos problemas de salud mental. En otras palabras, estas subculturas impulsadas por la violencia atraen a los jóvenes, especialmente a los adolescentes, con tales problemas. Por lo tanto, uno puede ver cómo la cultura de pandillas y la salud mental están entrelazadas e interconectadas entre sí.
Tratamiento e intervención
Tratamiento
Cuando se trata de tratamiento e intervenciones, la primera parte se centra principalmente en el tratamiento de enfermedades de salud mental, mientras que la segunda parte se trata de educación, oportunidad y comunicación. Se informa que el TEPT es la enfermedad de salud mental más prevalente entre los delincuentes juveniles, lo que significa que el tratamiento del TEPT es un método básico para abordar casi una cuarta parte de tales delincuencias (Young et al., 2017). La terapia cognitivo-conductual o TCC es una estrategia de tratamiento eficaz para minimizar los efectos del TEPT, que es muy común entre los pandilleros adolescentes y los delincuentes. Los trastornos del estado de ánimo y la ansiedad también contribuyen sustancialmente a la delincuencia juvenil, que también se puede tratar eficazmente con TCC (Young et al., 2017). Sin embargo, la principal diferencia radica en el hecho de que las terapias de grupo son más adecuadas para los trastornos del estado de ánimo.
Otro problema de salud mental que afecta negativamente a los jóvenes, lo que los hace más propensos a participar en la delincuencia juvenil, es el trastorno de conducta. Se afirma que “la terapia multisistémica (TSM) es una intervención centrada en la familia que se centra en las características relacionadas con el comportamiento antisocial, incluidas las relaciones familiares y las asociaciones entre pares” (Young et al., 2017, p. 24). En otras palabras, MST es un tratamiento basado en la familia, donde el énfasis se pone en la dinámica interna de una familia para minimizar el efecto del problema. Además, el abuso de sustancias y la adicción entre el grupo de edad dado también pueden considerarse problemas de salud mental. Se ha demostrado que las entrevistas motivacionales, o IM, son altamente efectivas tanto como tratamiento independiente como en combinación con otras intervenciones (Young et al., 2017). El IM también es eficaz porque se puede realizar en un entorno grupal, lo que lo hace más potente para abordar las desviaciones culturales.
Intervenciones
En el caso de las intervenciones, las principales medidas incluyen la educación, el empleo, la comunicación y el lenguaje. Uno de los principales problemas entre los delincuentes juveniles es su tiempo improductivo. La evidencia indica que “solo el 10% de este tiempo se dedicó a actividades productivas, como el empleo o la educación, y el 57% se utilizó para actividades de ocio pasivas, un nivel 30% más alto que el de sus compañeros no delincuentes” (Young et al., 2017, p. 25). Por lo tanto, las intervenciones más efectivas incluyen programas con énfasis en educación y habilidades prácticas, como CRAFT, que es “un programa especializado de capacitación vocacional y laboral” (Young et al., 2017, p. 25). El uso de CRAFT mostró que los delincuentes juveniles tenían «una probabilidad significativamente mayor de tener un empleo, haber asistido a un programa de diploma educativo y haber asistido durante un período de tiempo significativamente más largo» (Young et al., 2017, p. 25). En otras palabras, los adolescentes vulnerables pudieron recuperar algunas de sus habilidades no desarrolladas para volver a ingresar adecuadamente a la sociedad como personas funcionales y productivas.
Además, los delincuentes juveniles también requieren intervenciones cuando se trata de lenguaje y comunicación. Un estudio sugiere que en el caso de las habilidades de lenguaje y comunicación, estos individuos caen “en las categorías de pobres o muy pobres que van del 46 al 67%” (Young et al., 2017, p. 25). Otra investigación muestra que la capacitación en habilidades sociales, o SST, es una herramienta efectiva para abordar los problemas declarados, lo que facilita la rehabilitación de los delincuentes (Van der Stouwe et al., 2020). La SST se basa en múltiples enfoques cognitivos, teoría del aprendizaje estructurado, procesamiento de información social, teoría del aprendizaje operante y teoría del aprendizaje social (Van der Stouwe et al., 2020). Sin embargo, la SST se usa mejor junto con otros métodos porque “la SST tiene éxito en mejorar las habilidades sociales, pero no es superior a un tratamiento alternativo al hacerlo” (Van der Stouwe et al., 2020, p. 382). Por lo tanto, los delincuentes juveniles tienden a tener habilidades de comunicación y lenguaje deficientes, que requieren desarrollo y capacitación para garantizar que puedan evitar otro caso de delincuencia. Es necesario incorporar las complejas medidas para garantizar la eficacia de cualquier programa de capacitación, ya que la delincuencia juvenil es un problema multifactorial.
Conclusión
En conclusión, las modalidades de tratamiento más efectivas son la TCC, el IM y el MST para los factores de salud mental, mientras que las medidas de intervención giran en torno a la educación, el empleo, el lenguaje y la comunicación. La delincuencia juvenil es un problema social importante que involucra a menores de edad que violan la ley, y las principales causas incluyen la membresía de pandillas, la cultura de pandillas y los problemas de salud mental. El tratamiento de salud mental aborda los problemas centrales de TEPT, TDAH, abuso de sustancias y trastorno de conducta. Las cuestiones relacionadas con la comunicación y la oportunidad se abordan a través de programas de capacitación y educación.