Confinamiento solitario y sus efectos negativos
Introducción
En las últimas décadas, el aspecto punitivo de la prisión se ha restado importancia a favor de su potencial de rehabilitación en el discurso público. En consecuencia, la práctica del confinamiento solitario se ha convertido en un tema de controversia. Aproximadamente el cinco por ciento de las poblaciones encarceladas en los Estados Unidos están en confinamiento en un momento dado (Haney, 2018). Múltiples estudios han documentado sus efectos psicológicos adversos y resultados contraproducentes disciplinarios (Haney, 2018). Creo que el uso del régimen de aislamiento es en última instancia perjudicial y no logra el resultado previsto.
El confinamiento solitario debe ser eliminado
El confinamiento solitario tiene efectos psicológicos negativos porque priva a los reclusos de su sentido de agencia y acceso a un contacto social significativo. En primer lugar, por lo general se impone involuntaria e indefinidamente, por lo que los presos no tienen control sobre su longitud o fin. En segundo lugar, generalmente implica la ausencia total de información sensorial o la sobreestimulación aversiva, como un bombardeo de ruido fuerte y luces brillantes. Estas condiciones, exacerbadas por el aislamiento social extremo, conducen a trastornos del sueño, reacciones relacionadas con el estrés, agresión, disfunción cognitiva y una mayor probabilidad de autolesiones y suicidio (Haney, 2018). Independientemente de sus infracciones pasadas, es vital recordar que los prisioneros siguen siendo seres humanos y que exponerlos a condiciones duras y deshumanizantes tiene riesgos potencialmente permanentes y potencialmente mortales.
Además, incluso si se pasan por alto estas preocupaciones éticas, la investigación indica que el confinamiento solitario no logra sus objetivos disciplinarios previstos. Incurre en altos costos en comparación con otros tipos de viviendas carcelarias, y los funcionarios correccionales han admitido que incluso puede empeorar los problemas que debía resolver (Haney, 2018). No reduce la prevalencia de las pandillas carcelarias y los ataques del personal e incluso aumenta las tasas de reincidencia después de la prisión (Haney, 2018). Además, las patologías sociales disfuncionales, como el deterioro de la autorregulación y la reducción de la empatía resultante del confinamiento solitario, se internalizan y persisten después de la liberación de un prisionero en la sociedad civil.
Conclusión
En conclusión, creo que la práctica del confinamiento solitario debería eliminarse debido a numerosas cuestiones éticas, económicas y operativas. Someter a los presos a condiciones inhumanas y aislamiento social extremo es inhumano y resulta en patrones cognitivos y conductuales disfuncionales que socavan su capacidad de reingresar con éxito a la sociedad civil. Es caro, no tiene efectos disciplinarios positivos, e incluso aumenta la probabilidad de suicidio y ofensas repetidas. El propósito de las prisiones se ha desplazado lentamente hacia la reeducación y la rehabilitación, y el aislamiento es contraproducente para ambos objetivos.