El crimen organizado representa una grave amenaza para las sociedades al cometer una gran variedad de acciones ilegales. Sus delitos típicos incluyen robo, juegos de azar, tráfico de drogas / armas, negocios sexuales y lavado de dinero (Abadinsky, 2012). Creo que la razón principal para elegir estas acciones criminales es su rentabilidad. Dado que las personas que cometen estos crímenes rara vez piensan en la moralidad, eligen aquellas actividades que les darán la mayor cantidad de dinero posible. Además, estos beneficios podrían incluir el poder político, la influencia y otros aspectos intangibles que se valoran en el mundo criminal (Abadinsky, 2012). Otra razón para elegir estas acciones es la vulnerabilidad de los compradores. Por ejemplo, los adictos a las drogas y al juego con frecuencia no pueden controlar sus impulsos y están dispuestos a gastar grandes sumas de dinero. Las organizaciones criminales explotan esta vulnerabilidad para generar más ganancias y ampliar su alcance de influencia. Dado que la moralidad está fuera de discusión en la mayoría de los casos, esta táctica es rentable en muchos tipos de delitos.
El crimen organizado también afecta negativamente a las empresas legítimas al participar en el lavado de dinero, el soborno y la corrupción. Crea un entorno comercial desfavorable, donde las empresas tienen que recurrir a medidas ilegales o a la cooperación con organizaciones criminales para tener éxito en el mercado (Abadinsky, 2012). Los delincuentes también pueden infiltrarse en negocios legítimos para desmantelarlos desde dentro o controlar su producción de dinero. Un ejemplo de esta interacción es la forma en que los yakuza solían colaborar con la industria bancaria y recolectaban dinero de protección de varias empresas en Japón (Abadinsky, 2012). En otras palabras, si las empresas legítimas querían luchar en el mercado, tenían que cooperar con la yakuza y perder una parte de sus ganancias (Abadinsky, 2012). Si bien ya no es el caso en el Japón contemporáneo, este ejemplo muestra claramente cómo el crimen organizado puede socavar a las empresas honestas.